Gritos de amor por mis tacones

ruido
Así anunciamos nuestra llegada al mundo: con un grito. Después, gritamos muchas veces en la vida. Lo hacemos cuando algo nos sorprende o nos asusta. También cuando la felicidad nos desborda o cuando la desesperación no nos cabe en el pecho. Y, por supuesto, aprendemos a gritar para imponernos, para agredir a otros, para intimidarlos y, eso debería medirse con un metro y, obligar a parar cuando tu bolsa de gritos esté muy llena porque, nadie se merece tus gritos, ni aunque sea sordo porque, siempre hay mejores maneras de convencer, porque asustar puede generar miedos que se traduzcan en caídas y lesiones irreparables, heridas que hagan que la persona que camina sobre sus tacones, sienta miedo y no quiera volver a ponerse tacones, por tanto, esta semana me propongo ponerme los tacones llena de buen rollo para sólo gritar las canciones que hay que empezar a practicar para el mes que viene con la pandereta en la mano y así gritar para nada más porque, un grito por un resbalón con los tacones puede ser muy trágico y, no estamos en época de gritos porque, ya llevamos todos una época dura de aprendizaje de muchas cosas y, hemos dicho mis tacones y yo que, el próximo año sólo se va a permitir gritar de alegría, con muchas sonrisas así que caminantes, a taconear atentos porque estamos de acuerdo tod@s en que, levantar la voz es un recurso al que, habitualmente, recurren quienes están más interesados en “hacerse oír” que en escuchar al otro, ¿verdad? pues, con mis tacones y los que llevan la gente que me acompaña, sólo aceptamos gritos justificados con sonrisas, ¿entendido?

¡Prueba superada!

preparacion
Qué satisfacción da el mirar el cuaderno, releer lo que has escrito y decir, ¡qué bien me ha quedado! ¿verdad? Y sobre eso estaba reflexionando esta semana, después de una resaca de un fin de semana perfecto que se alarga hasta la mitad de la semana pasada, y es que ya no somos tan jóvenes ni mis tacones ni yo.
Por eso esta semana, ya recuperada, empiezo con más energía porque, me he aventurado a ponerle unas plantillas a mis tacones diferentes a las que me compré hace unas semanas para estar más calentita, diferentes porque son plantillas que ya conocía pero que, por haber hablado con quien no valora los caminos que yo piso, se tradujo en unas plantillas en las que me gasté mucho dinero y no me dejaron caminar a gusto del todo porque fueron plantillas que me duraron un rato y, en ese rato que yo le puse muchas ganas porque creí que por venir del consejo de una persona de confianza perdí, además, energías y, tuve que llevar mis tacones al zapatero porque esas plantillas a arte de las heridas que me llegaron a hacer, además estropearon la suela de unos de mis tacones y, mi pobre zapatero sufrió mucho para conseguir devolvérmelos, como siempre, nuevos.
Y es que, después de recoger mis tacones, me dí cuenta de lo importante que es no siempre confiar en esa idea que tuviste un día en un momento en el que las circunstancias no miraban por tí y tus tacones sino sólo por los de alrededor y eso no puede ser porque, no nos podemos olvidar, como digo siempre, del entorno que embellece tus caminos.

Nuevos horizontes

Intef-195696_jpg_1-300x199Así empeizo esta segunda semana de aventura, oteando el horizonte qyue tengi por delante que, espero que me lleve a un camino, cuanto menos, divertido así que, esta semana me he puesto unos taconazos bonitos y muy cómodos para poder caminar sin ningún problema aunque se me pongan obstáculo en el mismo porque, asumo que es imposible no encontrarse piedras en todo camino, así que para no llorar me he puesto unas buenas medias, he llevado mis tacones al zapatero, me he dado un buen festín con él y hemos planificado muy bien qué caminos voy a hacer y qué caminos no para que mis tacones no sufran.
Por ello, esta semana empiezo con fuerza, dejando detrás paisajes que no ofrecían nada o que, al menos, cuando creí que ofrecían, en realidad, dejaba olvidados tantos que nunca podré recuperar porque hay momentos irrepetibles y, como no voy a volver a permitirme perderme horizontes, esta temporadas fresquita que empezamos ya, mis tacones y yo vamos solamente a disfrutar y no vamos a hacer más que ser escribir un libro de aventuras preciosas con unos personajes que van a regalar a la historia de mis tacones nada más que aventuras felices y eso sólo se hace con energía y mucha alegría y nunca malas caras ni palabras que no encajan en esta historia así que, quien se quiera subir a la misma está invitada como siempre digo pero, aquel que pretenda borrar renglones de esta historia por pura envidia, ya sabe por dónde está la puerta de salida porque, en esta historia sólo cabemos los que sabemos vivir felices de habernos conocido.

Cansancio inmejorable

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Porque la semana pasada no pudo ser mejor, mi zapatero y yo nos pusimos juntos unas zapatillas y nos fuimos a recorrer Marruecos, un país que sólo regala sonrisas, aunque a veces parezca que se han tragado un gato y se están ahogando, por lo demás, Marruecos es inmejorable y, si encima tu compañía es la mejor, ¿qué más le puedes pedir? Nada, sólo puedes decir que el cansancio que te has traído de vuelta a casa es, igualmente, inmejorable.
Y como Marruecos es como es, nos aventuramos a disfrutar una boda y fue una experiencia preciosa porque mi zapatero y yo formamos un equipo genial y en cualquier rincón, aunque se nos rompan las tapas de los tacones en mi caso o de las zapatillas de mi zapatero, nada nos para y, estos días además, acabaron con el notición que estaba esperando hace meses y, que nadie se ponga nerviosoooooo, que es sólo que ¡empiezo un trabajo en tacones! así que, a tomarme un exquisito té a la menta y a echarle ganas a lo que nos viene por delante porque como mis tacones son lo más, esta semana lo será también.